sábado, 24 de diciembre de 2011

PRESENTACIÓN DE TÍTULOS DE LA FLAUTA MÁGICA



Lo que estamos haciendo en La Flauta Mágica (2010-2011) es específico: preparamos ediciones críticas de obras poéticas capitales.

A)   En primer lugar, ediciones bilingües de poesía en traducción.
Una antología muy amplia de John Ashbery, selección, traducción y prólogo míos. Ashbery es en mi opinión el mejor poeta estadounidense de la segunda mitad del siglo XX.
    El mejor poeta de la primera mitad del siglo XX es Wallace Stevens, cuya edición, que incluye todos sus poemas largos de madurez,  acabamos de publicar. Este volumen incluye la correspondencia entre Wallace Stevens y José Rodríguez Feo, exponiendo el interés de Stevens por la producción poética y literaria de la América Española, más un ensayo de Adriana Kanzepolski que investiga la relación entre Stevens y la revista literaria Orígenes, de Cuba, más un ensayo del propio Stevens, “La imaginación como valor”.
    El tercer título de esta serie es la versión integral al español de Galaxias, la obra cumbre de  Haroldo de Campos, que ilustra su conversión del concretismo al neobarroco, traducida por el excelente poeta peruano argentino Reynaldo Jiménez. La edición bilingüe incluye además varios ensayos de de Campos acerca de la traducción, más una larga entrevista al autor cuyo texto rescaté de un documental para la televisión mexicana.
   Cada uno de estos libros es un arca de Noé, porque además de la obra poética, contiene entrevistas y ensayos, textos acompañantes que sitúan la obra en el contexto de su producción y recepción.

     B) Otra línea de nuestra editorial rescata obras poéticas imprescindibles escritas en español, como la compilación Una infinita colisión compleja, que contiene casi toda la producción poética de Julio Herrera y Reissig, el máximo poeta uruguayo (no nuestro poeta nacional, sino uno de los mejores poetas de la lengua), conmemorando los cien años de su muerte, volumen que incluye, además, un prólogo mío, una historia de su recepción crítica, una selección de los mejores trabajos acerca de Herrera a lo largo de los últimos cien años, y una bibliografía completa puesta al día.
    El segundo libro fundamental de una poeta hispano parlante que hemos publicado es La cuidadora del fuego, de Amanda Berenguer, que armé a partir de sus cuadernos de apuntes, y que ella llegó a ver poco antes de su fallecimiento en 2010, uno de sus libros de poemas a mi entender más contundentes, acompañado de una entrevista hecha a Berenguer por Silvia Guerra, y un postfacio mío discutiendo el conjunto de su obra. Berenguer y  Marosa di Giorgio son las dos poetas más interesantes de los últimos cincuenta años en Uruguay.  

     C) Nuestro último título, Las noches rusas, cuyo género podría calificar de investigación histórica (testimonio-crónica-historia), consiste en una investigación de la poesía, el teatro, y la música rusos durante el siglo XX, vale decir mayormente el período soviético, acompañada de entrevistas a sobrevivientes del cerco de Leningrado, a veteranos del frente ruso en la Segunda Guerra Mundial, y complementada por un análisis de las circunstancias políticas, militares y económicas del período.


Roberto Echavarren

LA EDAD DE PLATA

POETAS RUSOS
Prólogo, traducción y ensayos
Roberto Echavarren

El período entre 1890 y 1917 es el más rico e interesante de la historia intelectual rusa. Filósofos como Vladimir Soloviov, escritores encabezados por el poeta Alexander Blok, constituyen una pléyade en el pensamiento y las letras europeos. Ellos construyeron la modernidad rusa. Ese período se llamó Edad de Plata, en contraste con la Edad de Oro de Pushkin, varias décadas antes. Coincidió con un relajamiento de la censura, después de la revolución de 1905, cuando el zar Nicolás ii se vio obligado a conceder un parlamento o “duma” con diputados elegidos a través de elecciones libres, y coincidió también con un extraordinario crecimiento económico, cuyas cotas de producción la Unión Soviética tardó muchos años en igualar.
Pero el nuevo y extraño respiro se interrumpió abruptamente con el golpe de octubre de 1917 de Lenin, que inauguró una época de gran penuria económica e instauró una censura feroz como el país no había conocido antes.
   Casi todos los poetas notables de la Edad de Plata fueron asesinados por la policía política, o bien perecieron en los campos del gulag o fueron expulsados de Rusia, y hubo también quienes, como buena parte de la población, murieron de hambre. Pero en su persecución jugó no solo la autonomía política o artística: también la opción sexual fue vista como un disenso peligroso respecto de la dictadura. Estas páginas se proponen retratar la efervescencia creadora que marcó la Edad de plata, y también trazan el mapa amoroso que unió a los poetas aniquilados.


Roberto Echavarren



ENTREVISTA A ROBERTO ECHAVARREN POR ADRIANA KANZEPOLSKI

Revista  Caracol, Universidad de San Pablo, diciembre 2011




1- Lo primero que quería preguntarte es ¿cómo surge la idea de la colección? ¿cómo surge la idea de una colección de libros de poesía?, ¿Cuál es el perfil del público al que se destina? ¿Cómo se financia y cuál es la tirada? ¿Tiene distribución fuera de Uruguay?

La idea de colección la tenía, vale decir el interés en reunir no sólo mi trabajo de traducción sino también el de otros, las versiones al español de una serie de poetas que  me parecían especialmente relevantes. Ambicionaba que mi tarea y la de otros quedase plasmada en una colección, en vez de dispersa en editoriales grandes o pequeñas de diversos países. Sólo que, por no ser editor, no había podido hasta ahora concretar ese deseo. Nos asociamos con la poeta Silvia Guerra para solicitar fondos de un nuevo programa de fondos concursables convocado por el Ministerio de Cultura de Uruguay. Obtuvimos la subvención, y los primeros títulos quedaron cubiertos por esos fondos. Fue el empujón inicial para lanzarme a la empresa y dar un perfil de lo que a mi criterio vale la pena conocer en poesía. La Flauta Mágica se distribuye en Uruguay, Argentina y Chile, y empezamos ahora en Perú. Las tiradas son de 1.000 ejemplares, pero el Ministerio envía gratuitamente un tercio de la edición a bibliotecas nacionales y algunas extranjeras, y a otros centros o personas de interés. Dado que el material que publicamos es de interés permanente, nos proponemos alcanzar un público amplio de lectores de poesía.

2- ¿Es una serie que ya está cerrada? Quiero decir, ¿está previsto que llegue a determinado número de autores? En ese caso, ¿quiénes serían y a qué criterios obedece el recorte? Me interesaría que diseñases un poco el perfil de la colección.

No está cerrada. Aparte de la línea de ediciones bilingües de poesía en traducción, hemos abierto otra de rescates imprescindibles de poesía escrita en castellano. La cuidadora del fuego se publicó cuando la uruguaya Amanda Berenguer aún vivía. Fui encargado de armar el libro a partir de apuntes de sus últimos cuadernos. Amanda Berenguer es una gran poeta, con hitos decisivos, como el maravilloso nocturno “Las Nubes Magallánicas”, comparable a “El sueño” de Sor Juana. Publicamos a Julio Herrera y Reissig en el centenario de su muerte (1910-2010). Es uno de los más notables poetas de la lengua, aunque no se lo considere el poeta nacional de Uruguay. Acometí la tarea de antologar a Herrera, una antología amplia, porque el conjunto de su obra es apreciable y legible hoy, salvo tal vez ciertos versos de juventud que no fueron incluidos. Acoplé al volumen un dossier crítico sobre Herrera escogido entre lo mejor que se publicó en los últimos cien años.
En la línea de traducción, fue un aporte fundamental la versión íntegra de las Galaxias de Haroldo de Campos, realizada por el poeta argentino peruano Reynaldo Jiménez.  De Campos es sin duda la figura señera de la poesía del Brasil en la segunda mitad del siglo XX. Galaxias, su tour de force, estimulado por el Finnegan’s Wake de Joyce y por Guimaraes Rosa, lo traslada del concretismo al neobarroco. Haroldo de Campos, con su inmensa tarea de “transcreador”, es una fuente de ímpetu y coraje para nosotros.

3- Me resulta particularmente atractivo el formato de la colección, más allá de que visualmente los libros siguen un patrón, que va alternando los colores, pero que tampoco es idéntico porque  a veces irrumpe el blanco y otras no, lo que me parece un gran acierto es la heterogeneidad de lo que podría llamar el formato interno.
Si bien puede leerse un fuerte diálogo entre un libro y otro y seguir el diálogo crítico  que vas construyendo, que se ciñe al texto y, al tiempo, lo desborda, me resulta sumamente sugestivo que los libros no tengan una concepción fija, ni en lo que respecta a lo que selección de la obra de los poetas -una antología en los casos de Herrera y Reissig y de Ashbery, dos libros unitarios, en el caso de Berenguer y Haroldo de Campos- ni, sobre todo, en lo que concierne a los textos críticos. A veces son prefacios, otras posfacios, a veces, la combinación de un prefacio y un dossier con textos críticos o una entrevista, como en el volumen dedicado a Berenguer. Creo que esa elección propicia  un grado importante de libertad para el lector; hay algo de juego en ese no atenerse a las formas fijas, que por otro lado, parecería inherente a una colección, que la salva -y al lector- de cualquier rigidez. Me gustaría que comentaras un poquito esta elección del formato.

Cada título, aparte de la obra en sí, incluye textos acompañantes, un prólogo y apéndices, ensayos del propio autor, entrevistas, y crítica, como si navegaran en un archipiélago intertextual. Hay un recorte fuerte en la selección de esos textos. Galaxias por ejemplo está acompañado de una extensa entrevista a Haroldo por Adriana Contreras y Hugo Bonaldi para la televisión mexicana, además de varios ensayos de Haroldo sobre poética y traducción, vertidos al español por Néstor Perlongher y otros. De este modo cada libro es una pequeña arca de Noé que acerca a los lectores más jóvenes no sólo un texto principal, sino también un cruce iluminador de informaciones y de crítica, un conjunto, un clima, un mundo segregado por el texto, que lo ilumina.

4- Yendo más puntualmente a los autores elegidos, pensaba ¿si era posible concebir la serie como una suerte de antología en el sentido de que una antología “es un acto crítico que oscila entre la melancolía y la historia” (la afirmación es de Jorge Monteleone)? Y, más específicamente, ¿si la colección puede entenderse como la articulación de una poética, es decir, como un homenaje a un grupo de “precursores”, en distintas lenguas, pero en los cuales pueden seguirse ciertas líneas comunes y cierto mapa de tus propias lecturas?

Biblioteca délfica, llama Lezama Lima a ciertos libros imprescindibles. Séneca aconsejaba no leer demasiado, sino reelaborar unas pocas premisas que uno había sacado de ciertas lecturas escogidas, que quedan como máximas o huellas estéticas y éticas, vinculadas con la vida, a modo de una tabla adivinatoria, una piedra de toque, con directivas para la acción. No vinculo para nada nuestra empresa a la melancolía. Sí a la alegría de encontrar algo vivo, como una rana escondida debajo de una hoja. Mostrar lo que está vivo, darlo a conocer. Es una selección, una muestra, no una antología, en tanto la antología se propone relevar un terreno en todas sus vertientes. Aquí en cambio nos proponemos recortar. Por otra parte, no considero a las obras publicadas como precursoras, sino de algún modo contemporáneas, o instantáneas; relampagueo en el instante que revela la duración de la vida, que no se acaba. Implican un aprendizaje del lector, del traductor, a través de la fascinación y el disfrute. Las obras tienen historia, un trasfondo histórico, y son logros datados. Pero la  historia aquí es el vehículo del logro del espíritu que se hace presente, la vida de la mente en sus presentaciones. Sin duda, las obras publicadas en La Flauta Mágica son el mapa de mis propias lecturas.

5- Vinculado a la pregunta anterior, me gustaría que comentases cuál es el lugar de Herrera y Reissig dentro de la serie, ya que se trata de un poeta que integra dos colecciones importantes dentro de lo que podríamos llamar el canon latinoamericano, la Biblioteca Ayacucho y la Colección Archivos.

Herrera es un poeta que siempre me atrajo, desde que leía  en la escuela secundaria Los éxtasis de la montaña: “hacia la aurora sesgan agudas golondrinas/ como flechas perdidas de la noche en derrota”. Herrera es la inteligencia entre nosotros, una capacidad de transitar por la naturaleza imantada, una capacidad de disfrute a través de la vista, la música, el verbo. Tiene un lugar equivalente, dentro de la poesía hispanoamericana, al que tiene Pushkin en la literatura rusa. Las colecciones de Biblioteca Ayacucho  y la Colección Archivos no se ven en librerías ni circulan demasiado; por otra parte, son caras. Para mi propio placer de lectura y eventualmente placer de otros, aspiraba a ordenar los poemas de Herrera de un modo plausible, en vez del cajón de sastre que suelen ser otras ediciones. Herrera no vivió para ver su obra publicada, de modo que distinguir sus registros, ordenar sus libros en secuencias unitarias, es una tarea de edición.  

6- Hay un movimiento que insiste en tu lectura de los autores que conforman la serie. Diría que el movimiento insiste y se va reformulando con variantes. Me refiero a que tus lecturas apuntan a destacar en la poesía de Ashbery la ausencia de una mímesis de la voz y a señalar una cierta impersonalidad mallarmeana en Herrera y Reissig, que iría en contra del yo del romanticismo. Puntualmente hay un momento en uno de los ensayos sobre Herrera y Reissig, que me parece notable, en el que leés esa impersonalidad que articula los sonetos como una marca mallarmeana pero también la reconocés como característica del barroco y situás a Pessoa, con sus heterónimos, a Celan, Ashbery y Wallace Stevens como herederos de esa posición, o como aquellos que recogen ese tipo de trabajo con el yo.
La pregunta es si lo que señalás en ese ensayo sobre Herrera y Reissig puede ser pensado como un eje que articula la colección y también si estás proponiendo un modelo de lectura.

Más que proponer un modelo de lectura, se trata para mí de un proceso de descubrimiento. Con el romanticismo, nos abocamos a un yo preeminente al nivel del contenido. ¿Cuál es el riesgo de tematizar el yo, de prestarle una identidad, desde la que habla? El riesgo sería que el poema se limite a ambiciones menores, a escala menor, de las desgracias amatorias frente a un objeto hecho a la medida del yo. El sentimentalismo, lo cursi, son los riesgos, las caídas, que envejecen un texto, se ve viejo cuando se lo lee a cierta distancia de época. Pero la imaginación no tiene el límite del yo, sino su propio marco, una atención perceptiva hacia las cosas y el dinamismo de los cuerpos más que a la presentación de un personaje. La traza idiosincrásica, el estilo, el “hombre”, la singularidad de un autor, aparecen en las voces del escrito, en su manera de decir, y no necesariamente en una referencia a sí como sujeto mundano, al nivel del tema. 
Como el Locus Solus de Raymond Roussel, como la Invención de Morel de Bioy Casares, como los Éxtasis de la montaña, me ha intrigado el modo en que ciertos textos se postulan a sí mismos como un dispositivo autónomo. El poema Las Soledades de Góngora me impresiona como una máquina de las estaciones. Uno ingresa como el peregrino, que viene de un naufragio y va tal vez a otro naufragio, pero en tanto habita la isla ésta le proporciona los medios de vida de una edad de oro. Para vivirla, el sujeto se integra a ella y se afantasma, es devorado por ella, se integra a otra dimensión, que le dice una verdad sobre sí mismo, una medida, a pesar de no ser otra cosa que una ficción.
    El sujeto emerge, se personaliza irremediablemente ante la muerte; mejor dicho ante la angustia de morir, si es que existe. Angustia por dejar de participar en la marcha de las cosas, a punto de ser excluido, una crisis de salida conjetural, impensable, a la nada. En los Nocturnos captamos la emergencia del individuo en peligro, confrontado a la muerte. Aún así, Herrera no recae en el yo; se las arregla para montar un carnaval de las épocas, fuerza la imaginación al límite, pondera, piensa, lo impensable.  Por fin, se consuela con los ritmos de la “Berceuse blanca”, cuyo único personaje es una doncella dormida.

7- Como desdoblamiento todavía de la pregunta anterior, me gustaría saber si en esa articulación de nombres de poetas pertenecientes a diferentes literaturas y, en alguna medida a diferentes épocas, entra en juego u opera la formulación lezamiana de “las eras imaginarias”. Tal vez sea exagerado plantear esa relación, pero me parece que Lezama opera de algún modo como una figura tutelar. Es particularmente notable su presencia en el prefacio a la edición de Galaxias pero no sólo en ese texto sino que retorna como cita en varios de tus textos.

He prestado atención a los ensayos de Lezama, y de allí han salido flechas en varias direcciones, como esas golondrinas de que habla el soneto de Herrera. Al clavarse en la tierra (“saeta que voladora / cruza arrojada al azar / sin adivinarse dónde / temblando se clavará”, escribe Bécquer), al clavarse las flechas en la tierra virtual, tensan la tela, la membrana que es la imago lezamesca. Sobre esa membrana tensa de sensibilidad aparecen las cosas, una visión en caverna, una pantalla sensual de las cosas transfiguradas. Son las cosas de la realidad, pero imprevistas, vienen a visitarnos con otro cariz, vemos una posibilidad nueva acerca de ellas y de nosotros. Este dispositivo, Sor Juana lo figuró como el faro de Alejandría, proyectando las figuras sobre la superficie del mar; lo llamó (y también lo hizo Proust) linterna mágica, a partir del invento del jesuita Atanasius Kirchner. Mientras se articule este principio de visión, mientras haya esa capacidad de ver, como resistencia frente a las presiones de la realidad, habrá --a pesar de todo-- vida; alegría. 
A esa pantalla Lezama llama “la extensión”: “La extensión crea el ser, como la extensión crea el árbol.” Las eras imaginarias --para Lezama—implicarían un poder de plurisignificación: cuando una imagen, una palabra, una frase aluden a lo inmediato y actual y también a formas imaginarias asociadas por sus lecturas acerca de referentes culturales de otros períodos y lugares históricos. El itinerario de Lezama, como el de Joyce, son únicos, no son intercambiables. Cuando se actúa, como un acorde, sobre “el continuo de las eras imaginarias”, la palabra se abre como una piedra de muchas facetas; el “eco animista de cada palabra” nos lleva a estratos varios de la vida y del pensamiento. Opera un continuo imaginario, y es el roce de estas asociaciones, el conjunto de referentes, que pone en marcha el pensamiento, sobre múltiples andadores. Lezama no podía viajar, atado a la pobreza hogareña y a un sueldo escaso. Sus lecturas lo llevan a intuir sistemas cognoscitivos de la imaginación poética en diferentes “eras”,  vasos comunicantes, más allá de las cronologías, plasmados en la extensión caliente del clima habanero. Otro poeta que apenas viajó, Wallace Stevens, quería oír noticias de Cuba (donde crece la piña) y noticias de Munich (devastada por las bombas). Él comparaba esto a poner en el gramófono un disco y después otro. En esa continuidad de lo dispar radicaba para él la medida de nuestro espacio o “extensión”, más allá de las presiones de la realidad inmediata --que nos cierra sobre nosotros mismos, nos convierte en una tautología--, para asegurar la sobrevivencia, la vida de la imaginación imbricada en varias realidades.



8- De los cuatro volúmenes publicados, el de Haroldo de Campos es una traducción del portugués y el de Ashbery, del inglés, incluso el próximo volumen, también es una selección del poeta norteamericano Wallace Stevens, que tiene un maravilloso prefacio tuyo acerca de la tarea del traductor de poesía. Me parece que ese prólogo, donde la traducción de poesía se presenta como una forma morosa de lectura, que es la que posibilita comprender cabalmente el poema escrito en otra lengua, y donde claramente se concibe al poema como una tarea de la inteligencia, puede leerse como una síntesis, una especie de conclusión de un aprendizaje acerca de la traducción de poesía que fuiste construyendo a lo largo de los años. Quería saber si esa impresión es acertada y, en ese caso, si podrías comentar algo más acerca del valor de la traducción de poesía en este momento.

Traducir, en mi opinión, es reconstruir el pensamiento del poema. Eso implica elegir los vocablos y los giros y las formas gramaticales más drásticas o eficaces para mostrar su articulación. Una palabra mal traducida es un patinaje feo que puede cambiar todo el cariz de un pasaje. Si se pierde la economía del pensamiento del poema, y digo pensamiento del poema, y no del poeta, entonces todo está perdido. Esta economía es ritmo, gramática, sintaxis, estrategias acerca de dónde situar un punto de vista con respecto a la acción o el proceso; desde dónde salta el pensamiento y a quien o qué confronta, qué velocidad, qué garra tiene. El pensamiento no es  sólo logos sino también alogos, lo extraño al logos, que lo configura, que lo determina, de modo que el poema es una profecía del presente, un lugar donde algo alcanza su “definición mejor” y es en sí mismo el acontecimiento, la vivencia.
   El traductor no debe exceder la economía del poema; si aparece un adjetivo no hay que poner dos. En general, se trata de conservar el tono y la dinámica de las ocurrencias, mostrando su conexión del modo más plausible, no oscureciendo o indeterminando, sino atendiendo a la información concreta que nos da el tiempo verbal, la preposición, el artículo, el pronombre. Las cosas vienen de la mente con cierta sintaxis o secuencia, no hay que agregar nada de la naturaleza del adorno, ni tampoco sostener un prurito de retórica, una hinchazón indebida, una elocuencia exagerada. El  ánimo del poema es decir la verdad; el poema tiene un compromiso con la verdad, y por lo tanto no se trata de una operación retórica. El bloque de sensibilidad, afecto, pensamiento, incluye el estado del cuerpo y el estado de ánimo, su dinámica energética, las experiencias, los descubrimientos que tienen lugar. El poema es un bloque de afectos y expresión.
   La traducción no tiene por qué ser inferior al original, ni refugiarse en los clichés poéticos de la lengua adoptiva. Al contrario, debe tratar de igualarse o dar interés al original que se ofrece con los medios a su alcance. Esto implica no hacer concesiones a ningún facilismo. Se debe respetar el poema, y a través del respeto, descubrir los resortes de su articulación, su tono, su particular modo de jugar con las palabras. 

Dossier sobre Las Noches Rusas



Contenido:

Carátula
Carátula completa ( spread )
Explicación del libro
Prólogo en español
Prólogo en inglés
Índice general
Índice onomástico
Foto del autor
Currículo del autor






Explicación del libro


     En mi libro sobre Rusia me ocupo, en tanto literato e historiador, de la poesía, la música, el teatro rusos, como tareas de resistencia. Además, recojo historias de vida de personas ancianas que vivieron bajo el Sitio de Leningrado o actuaron en el frente ruso durante la Segunda Guerra Mundial. Y en tercer lugar, en tanto historiador, me enfrento a los problemas políticos, económicos y jurídicos del gobierno y la sociedad rusos. Cada registro (historia cultural, historia individual, historia del proceso político, económico y jurídico) arroja luz sobre los otros. Sugiero, a quien se adentre en la lectura, que (aparte de los capítulos sobre cuestiones literarias y artísticas, y aparte de los testimonios o historias de vida) se detenga en el capítulo acerca de Lenin, o en el capítulo acerca del mir - la comuna campesina creada por Alejandro II -, o el Ejército Ruso de Liberación, o la colectivización forzosa de la agricultura, o la ley de 1934 que penalizó la homosexualidad, u otros que exhiben los aportes de la investigación de archivos, de nuevos aportes bibliográficos, y suponen, sin duda, una puesta al día del relato del historiador. Los tópicos se pueden rastrear y cotejar a placer en el Índice Onomástico de Personajes Históricos porque, fuera del interés de la primera lectura, Las noches rusas, materia y memoria, es un libro de referencia.   







PROLOGUE to The Russian Nights


This is a personal diary, to which some life stories were hitched up, of individuals I found in my way. My days in Russia were made cohesive by this red thread which consisted in interviewing elder people, survivors of the Siege of Leningrad and combatants of the Russian front during the Second World War. I was interested in reaching the nadir of the Century in order to understand what was at stake, the razing of that subject population. I wanted to know which had been the limits of resilience in such circumstances, what was left of the ethical and physical qualities in the adversity test of such people.  
    Oral and written testimonies about the period are enmeshed, the plural versions trace a spectrum of what everyday life was like in the Soviet Union, particularly during the war. Because of its chaotic conditions, war meant for some a certain lack of control, a quote of personal initiative, of spontaneous behavior. 
   Of the people I interviewed in 2001, a considerable percentage has died. I think their testimony is a precious material that should be rescued, their voices should be heard, their thoughts, which couldn’t be said then and there, “to make it known”, the ruthlessness of the government, the political police, and the military command toward the troops, toward the population as a whole, the handling of prisoners, either German or repatriated, the lives in the GULAG, the feeling of oppression which persuaded many to desert, to go over to the enemy, in the hope of toppling the regime.
   The flux of new archive information from Russia has become gradually meager. Overwhelmed by the incriminating proofs of history, apprehensive before the West and its researchers, and inspired by the illustrated nationalism of Vladimir Putin, the Russians are closing down their archives. The era of openness, as Konstantin Pleshakov has noted, is reaching its end, and it is unlikely that we will discover something of importance about the Russian perspective in the Second World War during the next years, even, perhaps, during the next decades. Now and then Russia is plunged into some kind of deep lethargy; it happened after the period of liberal reforms of the decades of 1860 and 1870, and it is happening now.
   TTo understand the conditions of that time helps us to understand where we come from, which experiments were made, with what results. I mean the establishment of a drastically new order created by Lenin. Without the new order created by Lenin the alternative models inspired by him, of
mutually supporting or inimical dictatorships, of Stalin, Mussolini, and Hitler, would be unthinkable. They traverse and characterize the Twentieth Century, which should be known as the Russian Century, since the soviet alternative was an unavoidable challenge to parliamentary democracies, the constitutional division of powers, the legal rights of citizens, the market economies, private initiative, and the struggle for free expression.
   The poets Alexander Pushkin, Marina Tsvietaieva, Nikolai Kliuev, Ana Akhmatova, Alexander Blok, the composer Vladimir Shostakovich, the theatrical director Vsievolod Meyerhold, maintained integrity of discernment, integrity in order to judge and to act as artists in the circumstances allotted to them. I visited their homes, the most welcoming of Russia.                               
   I consider myself an experimenter of stories. The poignancy of lived testimonies affects me. No one can revive, nor should, the arbitrary police holdup, borderline situations under a regime who did not spare the cost of staying in power, under conditions truly indescribable.
   Each book I compose changes me. It brings me out of myself and prevents me from staying the same. I takes me, across my experience of Twenty First Century Russia, across the historical investigation of the Twentieth Century, toward a transformation of the horizons within which we experience and judge our present. 
   To reconstruct a certain experience is a game of truth and architecture, of narration and evidence. The method is no different from one’s trajectory. This book is an invitation to those who want to enter The Russian Nights, in order to make possible a transformation which is not merely mine. 









NOTICIA SOBRE ROBERTO ECHAVARREN


   Roberto Echavarren es uruguayo. Hizo estudios de postgrado en filosofía en la Universidad Goethe, de Frankfurt am Main. Se doctoró en letras en la Universidad de París VIII.
   Fue docente en la Universidad de Londres, en la Universidad de Nueva York, en el Instituto Rojas de la Universidad de Buenos Aires y en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Montevideo.

   POESÍA.
   Sus últimos libros de poemas son:
   Performance (una antología de sus títulos anteriores de poesía y una serie de trabajos en torno a  su obra) compilado por Adrián Cangi, Buenos Aires, Eudeba, 2000;
    Casino Atlántico, Montevideo, Artefato, 2004; Centralasia, Buenos Aires, Tse-tse, 2005, Premio del Ministerio de Cultura de Uruguay;
    El expreso entre el sueño y la vigilia, Premio Fundación Nancy Bacelo, Montevideo, 2009;
    Ruido de fondo, Santiago de Chile, Cuarto Propio, 2010.

   NARRATIVA.
   Ave roc, novela, Montevideo, Graffiti, 1995, Buenos Aires, Bajo la luna, 1995; Buenos Aires, Mansalva, 2007;
   El diablo en el pelo, novela, Montevideo, Trilce, 2003, Buenos Aires, El cuenco de plata, 2005;
    Yo era una brasa, novela, Montevideo, Hum, 2009.
    Las aventuras de la negra Lola, Santiago de Chile, Cuneta, 2011.
    La salud de los enfermos, dos nouvelles, Montevideo, Hum, 2010. 

   ENSAYO.
   El espacio de la verdad: Felisberto Hernández, Buenos Aires, Sudamericana, 1981;
   Montaje y alteridad del sujeto: Manuel Puig, Santiago de Chile, Maitén, 1986;
   Margen de ficción: poéticas de la narrativa hispanoamericana  México, Joaquín Mortiz, 1992;
    Arte andrógino: estilo versus moda ,  Montevideo, Brecha, 1998, Premio del Ministerio de Cultura de Uruguay; Buenos Aires, Colihue, 1998; Valencia, Ex-culturas, 2003; edición corregida y aumentada, Santiago de Chile, Ripio, 2008; Montevideo, Hum 2010;
    Fuera de género: criaturas de la invención erótica, Buenos Aires, Losada, 2007.
    Foucault, El gobierno de sí y de los otros, Buenos Aires, Quadrata, 2011.
    Es compilador y participante de:
    Andrógino Onetti, Montevideo, Amuleto, 2007; y de
    Porno y postporno, Montevideo, Hum, 2009, Premio del Ministerio de Cultura de Uruguay.

   TEATRO.
    Natalia Petrovna, Montevideo, Centro Cultural de España, 2006.
    África, la muñeca de Felisberto Hernández, Buenos Aires, Mansalva, 2011.
 
   MUESTRA DE POESÍA.
   Compiló (junto con José Kozer) y prologó (junto con Néstor Perlongher)  Medusario, muestra de poesía latinoamericana, México-Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1996; Buenos Aires, Mansalva, 2010.

   TRADUCCIÓN.
    Troilo y Crésida, de Shakespeare, Buenos Aires, Norma, 2005;
    El ocaso de los ídolos, de Nietzsche, Barcelona, Tusquets, 1982;
    Punto y línea sobre plano, de Kandinski, Barcelona, Seix Barral, 1980;   
    Como un proyecto del que nadie habla, poemas de John Ashbery, Montevideo, La Flauta Mágica, 2010;
    Las auroras de otoño, poemas de Wallace Stevens, Buenos Aires, Hueso de Jibia, 2009;
    Los poemas de nuestro clima, de Wallace Stevens, Montevideo, La Flauta Mágica, 2011.
    La Edad de Plata, poetas rusos, Montevideo, La Flauta Mágica, 2011.
    Tradujo además: Paulo Leminski (Catatau, en Medusario, muestra de poesía latinoamericana, México, Fondo de Cultura, 1996; Buenos Aires, Mansalva, 2010), Haroldo de Campos (Galaxias, en Buenos Aires, Grumo, 2008).

     INVESTIGACIÓN/TESTIMONIO/CRÓNICA/HISTORIA

     Las noches rusas, Montevideo, La Flauta Mágica, 2011.